Arquitectura ecológica, bioclimática, sostenible, energéticamente eficiente, alternativa... etc. Son todos ellos términos cada vez más familiares en nuestra sociedad, desde hace ya varias décadas.
Pero ¿cuál es la diferencia entre dichos términos? ¿ Significan lo mismo?
A continuación trataremos de responder a estas preguntas y alguna más, con el objetivo de hacernos más conscientes de la importancia que ello tiene para nuestro planeta y también para nuestro bolsillo.
De todos estos términos, podríamos decir que dos de ellos engloban en menor o mayor medida al resto.
En primer lugar tenemos el concepto de "Arquitectura Bioclimática". Se entiende como tal al tipo de arquitectura que tiene como objetivo primordial el autoconsumo de una edificación a lo largo de su vida útil.
Ello se procura minimizando el consumo de energía, fundamentalmente, utilizada en climatización a través del propio diseño de la construcción (lo que se conoce como técnicas bioclimáticas pasivas) y reduciendo en la medida de lo posible la necesidad de energía, llamémosla, convencional recurriendo a instalaciones domésticas de energías renovables (lo que se conoce como técnicas bioclimáticas activas).
1.Tener en cuenta en la fase de diseño:la ubicación (no es lo mismo una casa de playa que de montaña), la orientación (en nuestro hemisferio, las zonas de día se procurará que den a sur), vientos dominantes (que junto con una correcta disposición de puertas y ventanas en diferentes fachadas procurarán una correcta ventilación), elección y posición de vegetación (existen árboles de hoja caduca de lo más atractivos, que si son colocados estratégicamente pueden arrojar sombra a nuestras edificios en verano y permitir su soleamiento en invierno)
2.considerar técnicas constructivas sofisticadas (fachadas y cubiertas ventiladas, minimizando al máximo los puentes térmicos; invernaderos y chimeneas solares; etc) y considerar materiales de alta inercia térmica (piedra, hormigón, ladrillo macizo, etc) en los cerramientos.
Si bien es cierto que lo citado anteriormente rara vez se puede adoptar en viviendas ya hechas, existen otras estrategias pasivas que sí son de aplicación a casi cualquier edificación y que sirven para mejorar eficiencia energética, como la instalación de toldos en las ventanas más expuestas al sol, la sustitución de los cerramientos practicables (puertas y ventanas) por otros con ruptura de puente térmico, complementar el aislamiento de cerramientos y en definitiva procurar la estanqueidad de la edificación tal y como indica el sistema «Passivhaus« nacido en Alemania al final del pasado siglo y extendiéndose al resto del mundo desde entonces.
1.La instalación de paneles fotovoltáicos o de un aerogenerador doméstico (para la producción de energía eléctrica), paneles termo-solares (para la producción de agua caliente sanitaria).
2. Geotermia (para la climatización). Si consideramos una vivienda tipo, se buscará con esto cubrir hasta un 70% sus necesidades energéticas en forma de electricidad y gas.
3. Así, se consideran también técnicas activas una correcta elección de electrodomésticos de bajo consumo con etiqueta A++ o incluso instalaciones eficientes de climatización como el suelo radiante.
De modo que una construcción será tanto más energéticamente eficiente cuanto más se acerque al pleno autoconsumo (o edificio NZEB, como la directiva europea 2010/31/UE lo denota).
Por otro lado, el concepto arquitectura ecológica, es aquel que englobando los conceptos anteriores, utiliza materiales que respetan el medio ambiente. Ello se consigue tanto cuanto menor es la huella de carbono emitida por una nueva edificación, considerando el generado durante la fabricación de los materiales de construcción empleados, el transporte de los mismos, y su puesta en obra.
Así se van a primar materiales naturales (piedra, madera…etc.), producidos en el entorno y utilizando mano de obra local.
Por otro lado, la arquitectura será tanto más ecológica cuanto más contemple la utilización de materiales reciclados, reutilizados, reciclables y reutilizables (pues se piensa también en el fin de vida del inmueble), siempre en la medida de lo posible.
Materiales, en definitiva, con EDP (Declaración Ambiental del Producto).
Así, cuando se consigue una arquitectura ecológica, se le llama también arquitectura sostenible, pues atiende a la definición genérica de este adjetivo: “Que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”.
Después de leer esto, lo primero que se nos viene a la cabeza es el coste que conlleva una construcción con estas características. Evidentemente esto vale dinero, nada es gratis.
La cuestión es cuánto más vale hacerlo bien que hacerlo como normalmente se suele hacer…Lo primero de todo es tener claro que no se tienen que satisfacer todas y cada una de estas características (y muchas más que existen).
Después, considerar que cuando la edificación es nueva el incremento viene de la novedad que conlleva el diseñar y construir así frente al modo tradicional de hacer las cosas (consideración de las técnicas bioclimáticas pasivas).
Cuando la construcción está hecha y se trata de reformarla o adecuarla bioclimáticamente hablando, a modo de ejemplo, una instalación fotovoltaica en una vivienda tipo podría rondar entre 3000€ y 5000 € y se podría amortizar en torno a 6 años (estimaciones de la empresa SotySolar).
Otro ejemplo sería el de ver cuánto más vale una lavadora “normal” en comparación con una de etiqueta A++.
Aquí entra en juego otra de las características de toda buena construcción y bioclimática también:
El correcto dimensionamiento de la instalación (no puedo hacer la misma instalación fotovoltaica en una vivienda de Cádiz en una vivienda en Lugo; igual que comprar frigorífico americano si lo que necesito es una nevera de reducida capacidad).
De cualquiera de las maneras, lo cierto es que nuestro planeta está condenado a que estas tendencias constructivas sean cada vez cotidianas.
Así, España se ha comprometido recientemente a que en 2050 la emisiones de CO2 sean reducidas hasta un 90% y que la producción de energía sea renovable en un 100%.
Muestra de ello es la reciente derogación el pasado mes de octubre del llamado “impuesto al sol”, implantado por el gobierno años atrás en plena crisis, así como la creación de la nueva “Ley de autoconsumo fotovoltaico”, el pasado mes de abril, que busca la compensación al consumidor por el excedente eléctrico del autoconsumo, estimándose un precio de 53€ el megavatio vertido a la red desde la instalación doméstica en cuestión, como medida de persuasión.
Esto es una razón más para animarnos a mirar de frente estos conceptos.